STATEMENT

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En mi obra hay una reflexión sobre el concepto de feminidad contemporáneo en el que, una vez que la mujer ha superado la invisibilidad impuesta por la sociedad patriarcal, ese mismo patriarcado amenazado por la pérdida de poder, crea nuevas formas de sometimiento a través del culto al cuerpo mediante la publicidad y los medios de comunicación de masas, donde las editoriales de moda y otros tipos de publicaciones presentan a la mujer como consumidora y como objeto de consumo.


A través de reminiscencias “pop” me sumerjo en los estereotipos que nos marcan los logotipos de las marcas publicitarias definidas no como un producto, sino como un estilo de vida, una actitud, un conjunto de valores, una apariencia personal o una idea. 


En la serie FE-MENINAS, reinterpreto Las Meninas de Velázquez, descontextualizándolas para resituarlas en pleno siglo XXI. Reinvento las figuras de la Infanta Margarita y la Reina Mariana de Austria, superando el marco opresivo de una época, que ha sido vaciado para llenarse de contenidos crítico-irónicos que redefinen el papel de la mujer en el contexto actual, donde el cuerpo femenino se manifiesta como un lugar de entropía, en el que lo artístico y lo publicitario ponen al descubierto las dos caras de una misma moneda perversa, cuyas estrategias conducen a la mercantilización sin escrúpulos del cuerpo femenino.





"La historia del arte y la publicidad tienen un elemento en común: el cuerpo de la mujer. La "imagen de élite" y la imagen popular no han dejado de generar estrategias conducentes a la mercantilización feroz y sin escrúpulos del cuerpo femenino. En rigor, no existe realidad más semantizada y que soporte mayor peso cultural que la corporeidad de la mujer. Y esta evidencia, todavía maquillada por las dinámicas naturales y normalizadas del mercado, es la que adelanta Carmen Casanova hasta pegarla a la superficie de nuestras retinas. 


Sus pinturas tensan al máximo las contradicciones irresolubles que han guiado la historia del pop desde los años 60 hasta nuestros días: denunciar el glamour de la sociedad de consumo desde el interior de este propio glamour. De la misma manera que Cindy Sherman deconstruyó los roles femeninos perpetuados por el cine clásico mediante la imitación consciente de sus poses características, así Carmen Casanova radiografía la densidad objetualizadora de la imagen mediante la exageración de sus discursos latentes. Cada cuadro se revela, de esta manera, como la foto fija de su realidad estratificada, en donde lo artístico y lo publicitario son puestos al descubierto como lo que realmente son: las dos caras de una misma moneda perversa. 


En su caso, el cuerpo femenino se manifiesta como un lugar de entropía, hipercontaminado por la presión violenta de una iconosfera que constantemente lo modela, lo rectifica para generar nuevos cánones de consumo. Los "patchworks" de Carmen Casanova establecen una continuidad entre la carnalidad de la mujer y una cultura visual que desborda cualquier límite o circunscripción para invadir su propia subjetividad. La interrogante que abren todas sus piezas conecta con una de las preocupaciones principales del primer feminismo: ¿es cualquier manifestación del cuerpo femenino una aceptación de las normativas falocéntricas de representación? ¿Existe un intersticio de la visualidad contemporánea no colonizado por la violencia representacional? Como todos los grandes discursos, Carmen Casanova deja la puerta abierta a varias respuestas."

Pedro Alberto Cruz Sánchez





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